Theo, de ocho años, permanecía sentado tranquilamente en el Centro de Cirugía del Hospital Infantil Lucile Packard de Stanford, abrazando su dinosaurio de peluche y escuchando con delicadeza cómo un especialista en vida infantil le explicaba los procedimientos que le realizarían ese día. Se le llenaron los ojos de lágrimas al enterarse de que su madre no podría estar con él.
Fue entonces cuando llegaron el Dr. Tom Caruso, médico en educación, anestesiólogo pediátrico y codirector del Programa Stanford Chariot, y su colega Michelle Zuniga. Mediante tecnologías inmersivas como la realidad virtual (RV), la realidad aumentada (RA) y proyectores inteligentes, Chariot reduce el dolor y la ansiedad, y mejora la experiencia del paciente. Le llevaron a Theo unas gafas con RA.
“Le preguntaron a Theo si quería probarlo, prometiéndole que podría verme todo el tiempo”, recuerda Rachel, la madre de Theo. Theo aceptó y rápidamente se sumergió en un episodio de VeggieTales.
Después de unos minutos, le dijeron a Theo que podía usar los auriculares durante la cirugía. Se despidió de mí y se reía a carcajadas mientras veía su programa mientras se lo llevaban en camilla, dice Rachel.
El diseño de los auriculares permitió colocar la máscara de anestesia sobre la nariz de Theo sin interrumpir su experiencia visual. Theo se quedó dormido viendo su programa y hablando con su equipo médico.
“Theo ha tenido varias cirugías de tubos de ventilación en el pasado y siempre necesitó Versed [un medicamento que ayuda a los niños a relajarse]”, explica Rachel. “¡Ayer no lo hizo! Y me dejó muy contenta. Como madre, fue un gran regalo. Ayer estaba preocupada por muchas cosas, pero el bienestar emocional de Theo no era una de ellas”.
La tecnología inmersiva es una opción eficaz para calmar y distraer a los pacientes durante procedimientos rutinarios y complejos, y cada vez más investigaciones sugieren que ayuda a reducir el miedo, la ansiedad y el dolor. Creado por los doctores Caruso y Sam Rodríguez, el Programa Chariot es uno de los programas pediátricos de tecnología inmersiva más grandes del país, y otros hospitales han recurrido a su experiencia para adoptar esta tecnología y optimizar la atención al paciente.
La experiencia de Theo y Rachel no habría sido posible sin el generoso apoyo de donantes como la Fundación de la Asociación de Auxiliares para la Infancia, Magic Leap y la Fundación Traverse. ¡Gracias por marcar la diferencia para familias como las suyas!
Sally J. Clasen contribuyó a esta historia.
