Un psiquiatra decidido pone la ciencia de Stanford al servicio de los niños más vulnerables de nuestra comunidad.
Muy cerca de la Universidad de Stanford se encuentra East Palo Alto, una comunidad humilde que lucha contra la delincuencia y la pobreza. Pero hoy en día, alberga esta escena inspiradora: niños alineados en colchonetas de yoga respirando, estirándose y meditando, lo que les permite volverse más sanos y resistentes.
Forma parte de la firme misión personal de un psiquiatra de Stanford de ayudar a todos los niños a alcanzar su máximo potencial. Y es posible gracias a donantes como usted.
“Quiero que todos los niños tengan las mismas oportunidades que yo tuve al crecer en Puerto Rico”, afirma el Dr. Victor Carrion, catedrático John A. Turner de Psiquiatría Infantil y Adolescente en la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford. “Que puedan jugar libremente en la naturaleza, recibir apoyo de sus cuidadores y desarrollar su creatividad cuando se les presenten desafíos”.
Carrion aún recuerda a la primera niña que le confesó su trauma: una niña de 5 años que había presenciado violencia y abuso en su propia casa. Observó los efectos tremendamente negativos en la salud mental y física que sufrían los niños tras experimentar un incidente o una adversidad traumática, angustiosa o emocionalmente dolorosa.
Lamentablemente, uno de cada cuatro niños sufrirá un evento traumático grave antes de cumplir los cuatro años, como presenciar abusos o delitos. Cuando Carrion comenzó su carrera en la década de 1990, los tratamientos existentes no resultaban eficaces para hasta el 50 % de los niños y adolescentes con trastorno de estrés postraumático (TEPT).
Así pues, Carrion se propuso crear uno que lo hiciera.
Un descubrimiento revolucionario
En 2006, Carrion realizó un descubrimiento revolucionario que cambió para siempre la forma en que la comunidad científica y médica comprende y trata el TEPT en niños y adolescentes. Mediante resonancia magnética funcional y análisis de saliva, descubrió que cuando los niños se exponen repetidamente al estrés, sus cerebros se ven inundados por la hormona del estrés, el cortisol. Con el tiempo, el cortisol tiene un efecto tóxico en sus cerebros, particularmente en regiones clave que controlan la regulación emocional, el rendimiento académico y el comportamiento. El trauma psicológico continuo estaba alterando literalmente los cerebros de estos niños, poniendo en riesgo su salud cerebral y física.
Armado con este nuevo conocimiento, Carrion desarrolló una intervención llamada terapia centrada en señales (TCS) que empodera a los niños con TEPT para que tomen las riendas de su propia recuperación. Mediante esta forma de psicoterapia, los pacientes aprenden cómo el estrés afecta su mente y su cuerpo. Aprenden a reconocer los factores que desencadenan sus reacciones postraumáticas, a interpretar las señales que indican el inicio de una reacción y a utilizar técnicas saludables de autocalma. La terapia ayuda a sanar las áreas del cerebro más afectadas por el cortisol y a los pacientes a recuperar las habilidades que se han visto perjudicadas, como la regulación emocional y la memoria.
El primer paciente de Carrion en terapia cognitivo-conductual fue un joven de 14 años, antiguo alumno brillante, que acudió a él con ira, ataques de pánico y un promedio de calificaciones bajo. Estos cambios drásticos comenzaron cuando el chico fue atacado por su padre, del que estaba separado, además de haber presenciado violencia comunitaria durante toda su vida. Tras el tratamiento, los síntomas del trastorno de estrés postraumático del chico desaparecieron casi por completo y experimentó una notable mejoría.
Para 2013, la CCT había demostrado su eficacia en un ensayo clínico y sus resultados se difundieron ampliamente. Actualmente, la técnica se está implementando en toda el Área de la Bahía, en Nueva York, en Puerto Rico, tierra natal de Carrión, e incluso en España, donde se utiliza en el sistema de acogimiento familiar.
Carrion no se detuvo ahí.
“El tratamiento puede cambiar la vida de un niño”, señala, “pero la prevención es igualmente importante”. Para ayudar a más niños y familias vulnerables antes de que necesiten terapia, Carrion también ha dedicado los últimos 15 años a crear programas confiables en comunidades locales donde la violencia, la pobreza y otras fuentes de trauma ocurren con demasiada frecuencia.
En el Centro de Salud Familiar Ravenswood de East Palo Alto, los médicos de atención primaria están capacitados para reconocer y abordar las necesidades de salud mental, aunque generalmente no sean el motivo principal de la consulta inicial. El programa de psiquiatría atiende actualmente a más de 800 pacientes al año.
Hoy, gracias a un importante proyecto de investigación en colaboración con la Fundación Sonima, 3500 estudiantes de primaria y secundaria del distrito escolar de Ravenswood aprenden yoga y mindfulness para afrontar el estrés. Con cada respiración y estiramiento, estos niños desarrollan habilidades de afrontamiento saludables y una mayor adaptabilidad. Mediante escáneres cerebrales, análisis del sueño y otros datos, el equipo de Carrion valida científicamente la eficacia de esta intervención.
Además, Carrion participa en iniciativas estatales para abordar las influencias sistémicas en la salud mental infantil. Actualmente preside la Comisión de Supervisión y Rendición de Cuentas de los Servicios de Salud Mental de California, y el grupo recientemente presionó a la legislatura estatal para que destinara más recursos a los programas públicos de salud mental para jóvenes. La legislatura respondió con una asignación de 1.340.000 dólares. Si bien la necesidad sigue siendo grande, Carrion se mantiene optimista.
«He visto de primera mano cómo el estigma, el acceso limitado a la atención médica y los recursos escasos pueden limitar la capacidad de las personas para recuperarse de un trauma y tener éxito en la vida», afirma. «También he sido testigo del extraordinario espíritu de los cuidadores, los padres y demás personas involucradas en la construcción de un futuro más próspero. Su valentía y carácter deberían darnos a todos esperanza para el futuro».
“El tratamiento puede cambiar la vida de un niño, pero la prevención es igualmente importante.” – Victor Carrion, MD
Este artículo apareció por primera vez en el número de otoño de 2016 de Noticias infantiles de Lucile Packard.
