“Me diagnosticaron mi primer cáncer a los 8 años”, dice Denielle con una sonrisa segura, mientras juega con su querido ukelele. “Era rabdomiosarcoma en estadio 4, un cáncer de tejido blando poco común. En aquel entonces, el hospital no ofrecía ningún tipo de musicoterapia”.
Eso fue en 2017. Después de dos años de remisión, Denielle y su familia esperaban haber superado lo peor.
Pero entonces, recuerda Denielle, “Un día empecé a sentir un dolor muy intenso. Mi madre me llevó de urgencia al hospital de emergencias. Volví al Hospital Infantil Lucile Packard de Stanford y allí me diagnosticaron mi segundo cáncer, un sarcoma epitelioide”.
Denielle conocía nuestro hospital. Conocía a los especialistas en desarrollo infantil y disfrutaba pasar tiempo con los maestros en la escuela del hospital. Pero esta vez era diferente: estábamos en medio de una pandemia. Ningún amigo, ni siquiera su hermana, podía visitarla. El uso de mascarillas y el distanciamiento social eran obligatorios debido a la COVID-19. Como explica Denielle: «No puedes ver a otros niños, ni a las enfermeras ni al personal cara a cara, y no tienes esa conexión completa».
Las salas de juegos también estaban cerradas, pero por suerte, la musicoterapeuta de Denielle, Emily, la atendió en su habitación. «Denielle se pone muy ansiosa durante las infusiones. Puede saborear la medicina, y eso le provoca náuseas», explica Lisette, la madre de Denielle. «Ese día, cuando conocimos a Emily, todo cambió para ella».
“Dije que quería aprender a tocar el ukelele y me enseñó un par de canciones. Luego, durante todo mi ingreso, no paré de tocar”. Denielle libró una larga batalla durante su segundo ciclo de tratamientos contra el cáncer en el Hospital Infantil Packard. “Tocar el ukelele me ayudó muchísimo. Me distraía de todos los efectos secundarios y del dolor que sentía en ese momento. La música me ayudó a superar el momento más difícil de mi vida”.
Denielle terminó su tratamiento de quimioterapia en julio de 2020 y estamos muy felices de anunciar que ¡ahora está libre de cáncer! Acaba de celebrar su cumpleaños número 13 en casa, ¿y qué pidió? ¡Un ukelele nuevo, por supuesto!
“Los Servicios de Apoyo Infantil tuvieron un gran impacto en mí y en mi familia. Venir aquí porque tu hijo está enfermo es un reto y una fuente de estrés para toda la familia; la sensación de miedo y confusión es enorme”, dice Lisette. “Estoy profundamente agradecida a los generosos donantes por marcar una diferencia tan grande en la vida de niños y familias como la mía”.
Denielle sigue tocando la guitarra, y ella y su familia se unen a nosotros como sus Héroes Pacientes del Verano de la Aventura.
