El pecho increíblemente pequeño de Aaliyah subía y bajaba mientras dormía en su incubadora de la UCIN.
El equipo de cuidados intensivos neonatales, moviéndose en perfecta sincronía, desenredó tubos y cables, accionó interruptores y pulsó pantallas. En el momento justo, Fernanda, la madre de Aaliyah, se inclinó y, con delicadeza, colocó sus manos bajo el cuerpo de Aaliyah y la levantó hasta su pecho.
El zumbido y los pitidos de la ajetreada UCIN del Hospital Infantil Lucile Packard de Stanford se desvanecieron en el fondo. Mientras Fernanda y Aaliyah se acomodaban en una silla, el mundo pareció ralentizarse, aunque solo fuera un instante.
Durante los primeros cinco meses de su embarazo, Fernanda acudió a sus citas prenatales habituales en su ciudad natal, Salinas. Casi no hubo señales de que algo anduviera mal.
“Nos tomó por sorpresa”, recuerda Fernanda. “Mi médico me dijo que estuviera atenta a los síntomas de posibles complicaciones: dolores de cabeza, cambios en la visión y dolor. Y no sentí nada”.
Un día, la presión arterial de Fernanda se disparó. Los análisis posteriores mostraron niveles peligrosos de proteína en la orina, señal de que sus riñones estaban fallando. La situación se agravó rápidamente. Con tan solo 23 semanas de embarazo, a Fernanda le diagnosticaron preeclampsia, una complicación potencialmente mortal, y la trasladaron al Hospital Infantil Packard.
“Tenía miedo”, recuerda Fernanda. “Miedo de que ella no lo lograra, o de que me pasara algo a mí”.
El lugar correcto
Cuando Fernanda llegó a nuestro hospital, el equipo se puso manos a la obra para garantizar su seguridad y la de Aaliyah. A los pocos días, quedó claro que lo mejor para ambas era que Aaliyah diera a luz. Así pues, el 12 de septiembre, un día antes de cumplir las 25 semanas de gestación, nació Aaliyah, clasificada como prematura extrema y con un peso de poco más de medio kilo.
Afortunadamente, el apoyo de donantes como usted permite que nuestra UCIN brinde atención especializada a Aaliyah y a otros bebés como ella.
Un hogar lejos de casa
Desde la casa de Fernanda y su esposo Israel hasta el Hospital Infantil Packard hay dos horas en coche. Su apoyo al Fondo para la Infancia garantiza que todas las familias de nuestro hospital tengan acceso a trabajadores sociales que les ayuden a sobrellevar momentos difíciles.
“Nuestra trabajadora social, Rachel, fue de gran ayuda; nos consiguió una habitación justo después de que salí del hospital y luego nos alojó en la Casa Ronald McDonald”, dice Fernanda. “Podemos hablar con ella de cualquier cosa”.
La mayoría de los hospitales no tienen la capacidad de atender a bebés tan pequeños como Aaliyah; los bebés prematuros extremos son extremadamente frágiles. Ella enfrenta problemas pulmonares crónicos y de tiroides. Pero Fernanda se enorgullece de informar que Aaliyah se está fortaleciendo y creciendo cada día. El equipo médico celebró cuando superó los dos kilos y adora la personalidad de la pequeña.
“Ella les muestra a las enfermeras exactamente lo que necesita”, dice Fernanda entre risas. “Nos muestra cuándo está enojada, triste o feliz”.
Pensando en el futuro
Fernanda y su esposo tienen grandes esperanzas para su pequeña, que ahora tiene cuatro meses y pesa tres kilos. «Espero que esté sana y que sus pulmones se recuperen», dice Fernanda. «Espero que tenga la oportunidad de hacer cosas que yo no pude hacer de joven. Solo quiero darle las oportunidades que yo no tuve».
Gracias por brindar a Aaliyah y a su familia esta oportunidad de experimentar un mundo de esperanza y posibilidades.
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Este artículo apareció originalmente en la edición de primavera de 2022. Actualización del Fondo para la Infancia.
