Los hermanos Samantha y Nicholas son uña y carne. Les encanta pasar tiempo con sus abuelas, bromear entre ellos y practicar deportes de aventura como el trineo con flotadores y el tubing acuático. Ambos padecían alergias alimentarias graves antes de ser tratados en nuestro hospital.
Samantha tenía cuatro meses cuando sufrió su primera reacción grave a la leche de fórmula. Al desarrollar urticaria en el cuerpo e hinchazón en los labios, sus padres, Jo y Fred, preocupados, la llevaron de urgencia al hospital. Tras numerosas pruebas, descubrieron que Samantha tenía reacciones anafilácticas a los lácteos, los huevos y los cacahuetes.
Por si fuera poco, cuatro años después —cuando Samantha se graduaba del preescolar— comió una barrita de granola con anacardos y comenzó la reacción, primero con vómitos, luego urticaria y después dificultad para respirar. Jo tuvo que administrarle una inyección de epinefrina antes de que pudieran ir corriendo al hospital.
“Fue una experiencia realmente aterradora y todavía tengo recuerdos muy vívidos de cuando me di cuenta de que tenía problemas para respirar”, recuerda Jo.
La primera reacción alérgica grave de Nicholas a algún alimento ocurrió cuando tenía 3 años. Probó un bagel con semillas de sésamo y, al igual que su hermana, sufrió urticaria e hinchazón, por lo que lo llevaron de urgencia al médico. Además de las semillas de sésamo, Nicholas tuvo reacciones igualmente graves a los huevos, los anacardos, los cacahuetes y las nueces.
“Después de una década de precaución, ansiedad, visitas a urgencias debido a reacciones anafilácticas y miedo a comer fuera, nuestros hijos recibieron una esperanza cuando se les dio la oportunidad de inscribirse en un ensayo clínico de múltiples alérgenos a través de la clínica de alergias dirigida por la Dra. Kari Nadeau y su increíble equipo”, dice Jo.
Como participante del programa Summer Scamper, su generosidad ha permitido que Samantha y Nicholas reciban la mejor atención posible. Hoy, pueden disfrutar con seguridad de alimentos con todos los alérgenos que antes representaban un riesgo para sus vidas.
“Los burritos de huevo para el desayuno (algo que antes no podían comer) se han convertido en uno de los platos favoritos de la casa, ¡incluso para la cena!”, dice Jo. “La calidad de sus vidas, tanto su bienestar emocional como físico, ha mejorado muchísimo, más allá de lo que las palabras pueden expresar”.
Samantha y Nicholas son #WhyWeScamper.
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