En la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales del Hospital Infantil Packard, Beth y Bob Shuman, de Los Altos, sentían una creciente angustia. Su primera y única hija luchaba por su vida tras inhalar una potente mezcla de meconio y líquido amniótico en el útero. Varias horas después del nacimiento de Katie Jo, en 1999, los médicos y enfermeras aún intentaban extraerle la sustancia fecal pegajosa de los pulmones.
A medida que la situación empeoraba, una médica se acercó a los Shuman con un formulario de autorización médica. ¿Estaría de acuerdo en que le administrara a Katie Jo un medicamento experimental, uno que pudiera ayudar a su pequeño cuerpo a descomponer la sustancia similar al alquitrán y expulsarla?
“Bob y yo nos miramos”, recuerda Beth, “y luego miramos los papeles y le dijimos a la doctora: 'No vamos a leer esto. ¿Le daría esto a su bebé?' Ella respondió: 'Por supuesto'. Así que simplemente firmamos y ella salió corriendo. Le dio a Katie Jo el nuevo medicamento, y eso marcó la diferencia”.
Katie Jo pasó 13 días en la UCIN del Hospital Infantil Packard, durante los cuales el personal y las enfermeras “se convirtieron en nuestra familia”, recuerda Beth. “No nos dimos cuenta hasta después de cómo nos ayudaron a superarlo. El tipo de trabajo que hacen es impresionante, y el hecho de que fuera un hospital universitario, en esas circunstancias, fue una gran ventaja. Nunca se tienen suficientes mentes trabajando juntas para tratar a un hijo. Simplemente sentimos que teníamos a nuestra disposición a los mejores profesionales, las 24 horas del día”.
Afortunadamente para la familia Shuman, Katie Jo no ha sufrido ninguna secuela de su experiencia en la UCIN. Ahora, con 11 años, cursa sexto grado y es muy activa. Además de jugar en el equipo de sóftbol de su escuela, le encantan el baloncesto y el fútbol. También tiene una vena artística y emprendedora: uno de sus pasatiempos es diseñar y vender joyas para causas benéficas.
Sus padres también tienen una gran sensibilidad hacia las buenas causas, por lo que la pareja decidió apoyar al Hospital Packard con una donación anual al Círculo de Cuidado Infantil. Como explica Beth: “Katie Jo fue nuestra última esperanza de tener un hijo; yo tenía 42 años, mi esposo y yo estábamos en nuestro segundo matrimonio. Ella es la verdadera alegría de nuestras vidas. Así que cuando nos sentamos este año a pensar en qué organizaciones benéficas queríamos apoyar, dije: 'Sabes, no tendríamos esta vida si no fuera porque la salvaron de esa situación'. Hay tantas necesidades que es difícil saber dónde invertir el dinero. Pero nuestros corazones están con el Hospital Infantil Packard”.
