Era un adolescente en medio de tres años de quimioterapia para la leucemia cuando abrió sus puertas el Packard Children's. Hasta entonces, me habían tratado en el antiguo hospital infantil, que había llegado a adorar. Ese edificio estilo rancho, enclavado en lo que entonces eran prados abiertos y silvestres, me hacía sentir como un segundo hogar.
Para mi familia y para mí, este nuevo hospital era muy grande y elegante. Al principio fue difícil orientarse. Amplios estacionamientos, una entrada imponente, ¿y dónde estaba la "Clínica D"?
Pero luego nos dieron la bienvenida el Dr. Michael Link, mi querido oncólogo, y Pat Glusco, una de mis enfermeras favoritas... y nos sentimos como en casa nuevamente.
La transición al Packard Children's significó mi propia transición de niña enferma que emprendía un viaje imposible a adolescente sana que iniciaba una vida sin cáncer. Este lugar, este edificio, lleva el peso de la vida y la muerte entre sus paredes. Significa algo para quienes lo atraviesan. Sin duda, significa algo muy importante para mí.
Lucile Packard no me devolvió mi antigua identidad. Protegió mi capacidad de forjar una nueva.
Hoy estoy aquí de nuevo, pero con mi nueva identidad como enfermera practicante, trabajando junto al Dr. Link y Pat en oncología pediátrica. Observando cómo el hospital se expande y se renueva. Y, con mucha humildad, guiando a una nueva generación de pacientes hacia el futuro.
Christie Chaudry, PNP
Centro Bass para el Cáncer Infantil y las Enfermedades de la Sangre
Este artículo apareció por primera vez en la edición de primavera de 2016 de Noticias infantiles de Lucile Packard.



