Aun siendo una estudiante universitaria muy ocupada en Cal Poly, San Luis Obispo, Miranda todavía encuentra tiempo para otra prioridad importante: apoyar al hospital, el lugar que le dio una segunda oportunidad en la vida.
La familia de Miranda llegó por primera vez a nuestro hospital en 1995, cuando ella tenía apenas dos meses y se encontraba gravemente enferma de atresia biliar, una enfermedad congénita seria que provoca insuficiencia hepática. La pequeña Miranda recibió un trasplante de hígado exitoso y pasó casi un mes recuperándose en el hospital. Su dedicado equipo médico se convirtió en una especie de familia, acompañándola de cerca en sus revisiones periódicas y ayudándola a superar las complicaciones posteriores al trasplante, que podrían haber tenido un desenlace trágico. Hoy, Miranda atribuye su buena salud a la excelente atención que recibió durante toda su vida en nuestro hospital.
