Caroline, de seis años, se acercó al poste adornado con serpentinas amarillas, naranjas y rosas y agarró la cuerda atada a una campana dorada muy especial.
Al tirar de la cuerda y sonar la campana, sus amigos y familiares la vitorearon. La madre de Caroline, Shayna, y su padre, Chris, sonreían de oreja a oreja. Era un hito importante para su hija, que aún cursaba el jardín de infancia. Meses antes, lo que había comenzado como una visita a urgencias por una posible fractura se había convertido en una lucha contra el cáncer.
En agosto de 2020, Caroline les dijo a sus padres que le dolía el brazo. Finalmente, dejó de usarlo.
“Cuando la llevamos a urgencias y luego a un traumatólogo, pensamos que podría ser una fractura”, dice Shayna. “Estábamos eligiendo los colores de las escayolas y preguntándole si le gustaba el rosa o el morado”.
Entonces, los médicos del Hospital Infantil Valley, cerca de la casa de la familia en Clovis, dieron la noticia: había un tumor que estaba atacando agresivamente el hueso de Caroline. La familia se preguntaba cómo podrían salvarle el brazo.
Llamamos a médicos de todo el país. Nos dijeron que la mejor opción para Caroline era someterse a una cirugía en el Hospital Infantil Lucile Packard de Stanford. “A tan solo tres horas de casa”, dice Shayna. “La Dra. Avedian me aguantó el llanto durante las videollamadas y las preguntas de mi marido. La Dra. Spunt fue muy atenta y me apoyó muchísimo. Su ayuda fue fundamental para conseguir una segunda opinión”.
Un plan de acción
El ortopedista Raffi Avedian, MD, y la oncóloga Sheri Spunt, MD, MBA, trabajan a menudo en estrecha colaboración con el equipo de Valley Children's y coincidieron con el diagnóstico de que Caroline tenía osteosarcoma, un tipo de cáncer de hueso que se encuentra muy raramente en niños de la edad de Caroline.
El plan consistía en una colaboración entre los dos hospitales: los tratamientos de quimioterapia se realizarían en el Valley Children's y la cirugía en el Packard Children's para extirpar el tumor y salvar el brazo de Caroline. Su brazo llevaría una prótesis extensible; no alcanzaría su longitud completa ni tendría total movilidad.
Ayuda de amigos: humanos y caninos
Caroline contó con su mejor amiga, una perrita de peluche, a su lado en todo momento. Pero antes de la cirugía, cuando se mencionaba la aguja, Caroline se ponía inconsolable. ¡Ya era hora de que un perro de verdad la acompañara!
“Donatella, la perra del centro quirúrgico infantil Packard, vino y la tranquilizó por completo cuando nadie más pudo. Salvó la mañana”, recuerda Shayna. Su familia agradeció enormemente el apoyo adicional. Sin donantes como usted, la visita de Donatella no habría sido posible.
La familia de Caroline se centró en vivir un día a la vez. Cuando sintieron que todo era demasiado para soportar, nuestra comunidad les brindó su apoyo.
“Poder ayudar a los demás en momentos de necesidad, ya sea financiera o emocionalmente, cada pequeño detalle cuenta. Habiéndolo vivido en carne propia, puedo sentir realmente el impacto que tiene”, dice Shayna. “Cada dólar donado al hospital marca la diferencia en la vida de los pacientes. Desde especialistas en atención infantil hasta camas cómodas para los padres. Estaremos eternamente agradecidos.”
¡La cirugía de Caroline fue un éxito! Y esta primavera, justo después de cumplir 6 años, hizo sonar la campana dorada que simbolizaba su último tratamiento de quimioterapia y un futuro brillante.
Gracias por su apoyo a Fondo para la Infancia y pacientes como Caroline. Gracias a ustedes, Caroline baila, juega al tenis y está deseando empezar primero de primaria.
Este artículo apareció originalmente en la edición de otoño de 2021 de la Actualización del Fondo para la Infancia.



