Oferta y demanda de servicios de salud mental para niños y adolescentes
Los problemas de salud mental y conductuales diagnosticables afectan aproximadamente al 20 % de los niños en Estados Unidos. Estos problemas abarcan desde respuestas sintomáticas al estrés situacional emocionalmente traumático hasta trastornos depresivos y psicóticos graves. La mayoría de estos problemas dificultan el funcionamiento de los niños y sus familias, pero responden al tratamiento y, por lo general, no son tan graves como para requerir medicación crónica o atención a largo plazo por parte de un profesional de la salud mental. Muchas de estas situaciones pueden ser objeto de prevención y servicios de intervención temprana.
La dificultad para acceder a los servicios de salud mental, especialmente para niños y jóvenes, es un problema nacional ampliamente reconocido. El acceso se ve limitado principalmente por la escasez de profesionales de salud mental infantil y adolescente bien capacitados, lo cual se relaciona con el periodo de formación relativamente largo que se requiere para ser un terapeuta competente. Esta situación se agrava por los bajos niveles de reembolso que reciben los proveedores de salud mental que ofrecen "servicios cognitivos" que requieren mucho tiempo, en comparación con otros profesionales de la salud que brindan una atención más orientada a los procedimientos. El incumplimiento por parte de los planes de salud de las regulaciones que exigen la paridad de los servicios de salud mental con los servicios médicos también contribuye a este problema. Estos son problemas de larga data. lado de la oferta de la ecuación de acceso, y es improbable que se rectifiquen a corto plazo. Los esfuerzos por reclutar a personas con menos formación en salud mental para que presten servicios de salud mental, por ejemplo, proveedores de atención primaria de salud infantil, constituyen una solución parcial, pero requieren una infraestructura de apoyo de expertos en psiquiatría y psicología infantil.
La epidemiología y la etiología de los problemas de salud mental y conductual de los niños sugieren que lado de la demanda Este enfoque ofrece una estrategia prometedora para abordar los problemas de acceso. Prevenir el desarrollo o reducir la gravedad de los trastornos emocionales en la infancia y la adolescencia representa una alternativa rentable para disminuir la demanda de servicios escasos. La prevención primaria consiste en ayudar a los niños de todas las edades a adquirir habilidades para reconocer, afrontar y adaptarse a experiencias emocionales y sociales potencialmente difíciles, al tiempo que aprenden a gestionar el estrés con éxito. Estas herramientas pueden ayudar a los jóvenes a evitar o reducir aquellas experiencias y circunstancias que puedan afectar negativamente su bienestar.
La prevención secundaria consiste en identificar a los niños que parecen tener más dificultades para desarrollar habilidades adecuadas para afrontar el estrés de la vida, e intervenir para reducir dicho estrés y/o ayudarlos, tanto a ellos como a sus padres, a comprender y modificar sus reacciones. El apoyo a las familias es un aspecto clave de cada uno de estos enfoques, que requieren cambios sistémicos y comunitarios que van más allá de la atención tradicional de la salud física y mental. Es importante comprender que la mayoría de los trastornos emocionales se desarrollan a medida que los niños interactúan con su entorno. Todos quienes influyen en ese entorno —padres, familiares, amigos y vecinos, cuidadores, docentes, líderes comunitarios, funcionarios públicos y otros— tienen la oportunidad de promover un desarrollo infantil saludable. La elevada y creciente proporción de niños que sufren trastornos emocionales sugiere que existe un gran potencial para mejorar la vida de los niños y, por lo tanto, reducir la necesidad de servicios de salud mental.
Edward L. Schor, MD, es vicepresidente senior de Programas y Asociaciones de la Fundación Lucile Packard para la Salud Infantil.
Steven Adelsheim, MD, es profesor clínico de psiquiatría y ciencias del comportamiento en la Facultad de Medicina de Stanford.


