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Man smiling

“El estrés no es del todo malo”, dice el Dr. Víctor Carrión, Dr. John A. Turner, Profesor Titular de Psiquiatría Infantil y Adolescente y director del Programa de Estrés y Resiliencia en la Primera Infancia de Stanford. "En pequeñas cantidades, es importante para el desarrollo infantil".

Pero el estrés traumático tiene consecuencias devastadoras para los niños. Según la investigación de Carrión, puede alterar la estructura y el funcionamiento del cerebro, así como su capacidad para regular sus emociones, procesar información y recordar cosas.

“Los niños que viven en comunidades de bajos recursos pueden ser especialmente vulnerables si viven con múltiples factores estresantes, como la violencia comunitaria y la pobreza, y si su comunidad carece de recursos para afrontar estos desafíos”, señala. Además, estas condiciones son una receta para dormir mal.

Sin embargo, lograr que estos niños duerman mejor no es sólo cuestión de decirles que duerman más o que mantengan horarios regulares para acostarse.

“Para conciliar el sueño hay que relajarse, pero les cuesta dejar ir sus experiencias”, dice Carrión. “No se sienten seguros y pueden tener pesadillas y miedos por la noche”.

Carrion y un equipo de colegas de Stanford querían brindar a los niños herramientas para gestionar mejor los efectos de vivir en un entorno estresante. Se asociaron con la organización sin fines de lucro PureEdge para llevar prácticas de yoga y mindfulness a las escuelas primarias del Distrito Escolar Ravenswood en East Palo Alto. Posteriormente, analizaron los resultados.

Descubrieron que los estudiantes de tercero y quinto grado que practicaban técnicas de atención plena, como ejercicios de respiración profunda, dos veces por semana en la escuela, ganaban 74 minutos más de sueño cada noche (incluidos 24 minutos más de sueño más profundo y reparador), en comparación con un grupo de control en otro distrito escolar que no aprendió técnicas de atención plena.

Los investigadores ahora están analizando los efectos del programa en el cerebro y el comportamiento de los niños. Y están trabajando con PureEdge para que el currículo esté disponible en más escuelas. La necesidad, dice Carrión, no ha hecho más que crecer.

“El estudio se realizó antes de la pandemia”, afirma. “Ahora vemos más trauma. Los niños pueden ser resilientes si les ayudamos a activar sus fortalezas y a aprender las habilidades necesarias para adaptarse, para recuperarse y estar en una mejor situación, porque ahora tienen la experiencia y el conocimiento necesarios para alcanzar una mejor salud mental y física”.

Este artículo apareció originalmente en la edición de otoño de 2021 de Noticias infantiles Packard.

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